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Become A MemberUn miércoles hace poco, más de una docena de miembros del grupo Westside Preservation Alliance (Alianza para Preservar el Westside), una organización comunitaria de San Antonio, se reunieron alrededor de una larga mesa de madera en el salón principal de la Casa de Cuentos, una casa estilo Victoriano de una planta ubicada al margen este del Westside de la ciudad. Entre ellos había historiadores, activistas, universitarios recién graduados y vecinos. Ellos comentaban como fue el crecer en el Westside, sus recuerdos siendo forjados décadas antes entre casitas endebles y puestos de tacos abandonados que abundaban en el barrio.
También hablaron de estrategias. La cuestión era: los esfuerzos del San Antonio Housing Authority (Autoridad de Vivienda de San Antonio) para demoler parte de Alazan-Apache Courts (Cortes de Alazan-Apache), uno de los primeros desarrollos de vivienda de interés social en San Antonio, inaugurado en 1941 para México-americanos en la era de la segregación. Como hogar para 1,055 familias de bajos recursos, este desarrollo residencial emblemático y crónicamente descuidado está por obtener un apoyo federal que lo transformará en un desarrollo de uso mixto, pero no necesariamente preservará su arquitectura histórica.
Las expectativas de supervivencia para este lugar hubieran sido casi nulas hace una década. Gracias a una década de activismo por parte del Esperanza Peace and Justice Center y personas interesadas en la preservación histórica que eventualmente formaron la WPA en el 2009, la ciudad ha comenzado a utilizar estas herramientas para revitalizar barrios. En años recientes la organización comunitaria ha trabajado con la Office of Historic Preservation (Oficina de Preservación Histórica) de San Antonio para otorgar estatus de propiedad histórica a más de 60 propiedades en el Westside.
“La cuestión es que la reurbanización es un beneficio para la comunidad y es una señal de progreso,” dice la historiadora Antonia Castañeda, profesora retirada quien encabezó la junta de la WPA. “Pero el pensamiento en San Antonio ha sido deshacerse de edificios viejos, deteriorados que arruinan la comunidad, en vez de reconfigurarlos o de hecho reconstruirlos para darles uso.”
La zona interior del Westside no solo tiene la tasa de pobreza más alta en San Antonio, sino que también es la zona más pobre de todos los 78 códigos postales que constituyen el Condado de Bexar. Prevalece el uso de las drogas, agujas se esconden bajo parches de pasto descuidados, y farmacias y tiendas de antaño que pertenecieron a familias México-americanas en los años 1950s se encuentran clausuradas con madera en calles sin aceras, sus fachadas deterioradas con el paso del tiempo. Sin embargo, también es un enclave de encanto sencillo, con humildes casitas largas construidas en los años 1940s, más de 50 murales coloridos, herbolarías, panaderías e íconos nacionales como el Guadalupe Theater.
De acuerdo al geógrafo cultural Daniel Arreola, San Antonio es la “capital cultural México-americana” de Estados Unidos. Pero el Westside por sí solo, en donde 95 por ciento de la población es Hispana, es un sitio único por su condensación histórica, un fenómeno que no se ve en otros epicentros Chicanos como Los Ángeles o el Este de Austin.
En épocas pasadas se ha borrado mucha de esa historia. Una organización sin fines de lucro entregó un estudio de edificaciones a la ciudad en 1986 y resaltó 71 edificaciones como íconos históricos alrededor del barrio Villa de Guadalupe, una hilera de bloques residenciales en el Westside que pre data la Constitución de los Estados Unidos. Hoy en día, solo 20 de estas edificaciones se mantienen en pie. Otro distrito dentro del Westside, sede de 143 edificaciones, hoy cuenta sólo con 12 de sus estructuras originales.
Las designaciones históricas tienen como propósito proteger siglos de carácter forjado en estos barrios tan solo separados del centro por un puente, mientras la ciudad está pasando por el proceso de desarrollo más rápido en las últimas décadas. Parte de este crecimiento se debe a la designación reciente de las Misiones de San Antonio como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La ciudad de San Antonio fue una de las ciudades con mayor crecimiento en el 2015 cuando la designación de la UNESCO elevó el perfil internacional de la ciudad, colocándola en el mapa para turistas y los desarrolladores enfocados en esta industria. Mientras los inversionistas rápidamente comenzaron a comprar propiedades en los barrios obreros del Mexican Southside adyacentes a las Misiones, las autoridades locales se dieron cuenta de que, para mantener el perfil histórico de la ciudad, los esfuerzos de preservación tendrían que ir más allá de sus edificios. Comenzaron a tomar en cuenta a grupos locales como Esperanza y WPA.
“Parte del valor de la designación de Patrimonio de la Humanidad incluye la ‘herencia intangible’ de la gente. No es el restaurante, es el chef,” dice William Dupont, director del Centro para la Sustentabilidad Cultural de la Universidad de Texas en San Antonio. “Así que la ciudad está revisando sus políticas en toda la ciudad, [reconociendo] que el desplazamiento de la población puede causar pérdida de potencial económico.”
San Antonio no es la única ciudad que está pensando en cómo preservar su cultura Hispana, construida por migrantes y ante nuevas presiones económicas. En la ciudad de Miami, la zona de Little Havana se ve amenazada por el desarrollo motivado por el flujo de millones de turistas. Little Havana se identificó como uno de los 11 lugares en mayor peligro de extinción en 2015 por el National Trust for Historic Preservation (Fideicomiso para la Preservación Histórica). Ahí también, autoridades locales están trabajando junto con defensores de la comunidad para proteger sitios culturales emblemáticos y los residentes que los han mantenido a lo largo de su historia.
Esta semana, expertos en preservación se reunirán en San Antonio para resolver algunos de estos cuestionamientos en un simposio de tres días titulado “living heritage” (“herencia viviente”) organizado por la Office of Historic Preservation (Oficina de Preservación Histórica) de la ciudad. La ciudad recibirá autoridades culturales y de preservación provenientes de ciudades como San Francisco y Estambul, quienes compartirán las mejores prácticas sobre cómo mantener la herencia cultural que hace de San Antonio un lugar histórico más allá de El Álamo, lugar que de hecho también se encuentra en un proceso de remodelación controversial.
“Nosotros hemos descubierto como lidiar con estructuras que poseen significancia arquitectónica “ dice Claudia Guerra, una residente de San Antonio cuya familia tiene sus raíces en el Westside. En 2014, ella fue contratada por la Oficina de Preservación Histórica como historiadora cultural, bajo ese cargo ella consulta las opiniones de la comunidad para moldear la definición de “histórico” que sea algo específico para San Antonio. “Pero es más difícil cuando tienes un lugar cuya significancia cultural proviene no de la arquitectura sino de la gente que está asociada a ella.”
Esperanza Peace and Justice Center remodeló Casa de Cuentos como un centro cultural con fondos de desarrollo para la comunidad. Hoy, este edificio de Esperanza es una prueba de los beneficios obtenidos de la revitalización de un barrio producto de la preservación, dice la directora ejecutiva Graciela Sánchez, miembro fundador de la WPA.
“No son solo los edificios — es un estilo de vida,” dice ella. “Es la manera como los [México-americanos] interactúan entre sí, como hablamos entre nosotros, y eso es en parte debido a como se construyeron estos edificios.”
Más allá de la arquitectura, la herencia cultural provee una atracción económica para los emprendedores del barrio. Un emporio de mariachis ubicado en una residencia designada histórica por su estilo clásico vende vestidos de ballet folclórico y equipo de mariachi a clientes en todo Estados Unidos. Una casa amarilla brillante en la calle El Paso fue recientemente el hogar de MujerArtes collective, que proporciona apoyo económico para que mujeres, latinas en su mayoría y de bajos recursos, aprendan y vendan piezas de cerámica a precios casi de $300 cada una. Ellas han invitado compradores internacionales de Europa y África, y recientemente se mudaron a una nueva estructura de adobe que pertenece a Esperanza.
El arte público es otra atracción. A través del Westside, “fotohistorias” del barrio en blanco y negro se encuentran montadas en bardas y exteriores de residencias unifamiliares de color pastel. Esta exposición de arte público en todo el distrito, encabezado por Esperanza, es el resultado de un proceso de años recaudando fotos e historias de residentes del Westside cuyas familias tienen líneas directas de descendencia de cientos de años en el código postal 72807. El festival anual del barrio organizado por Esperanza, Paseo por el Westside, destacó la exhibición este año y atrajo más gente que nunca – 400 visitantes.
“Si la gente es desplazada la herencia cultural se va con ellos, y la gente que visita no va a tener esa misma conexión con la ciudad”, dice Dupont. “No puedes detener una economía, pero tal vez puedes organizarla un poco para que la población local se beneficie y tenga acceso a buenos empleos y el potencial de iniciar pequeños negocios.”
De acuerdo a todos los indicadores, este auge puede ser grande. La ciudad anticipa un crecimiento económico que la llevaría a ser una de las 6 regiones metropolitanas de mayor crecimiento entre ahora y el 2040. Este Mayo, San Antonio aprobó el bono más grande de su historia, ofreciendo más de $20 millones para restauración y proyectos de mejoramiento de barrios en la ciudad. En el Eastside, un proyecto moderno de oficinas de uso mixto con un costo de $150 millones va de acuerdo con la designación Promise Zone (Zona de Promesa) a nivel nacional, lo que le da a la ciudad acceso a apoyos federales y fomenta nuevo desarrollo.
Este año, el electorado eligió como alcalde a Ron Nirenberg con su plataforma que enfatizó un enfoque justo al crecimiento. Su presupuesto para el 2018 elimina incrementos en impuestos a la propiedad y canaliza más recursos de la ciudad a distritos con mayores necesidades económicas en lo que él llama el primer “presupuesto de equidad” de la ciudad. Para residentes como Sánchez, la elección del alcalde señaló que muchos residentes no quieren que barrios de San Antonio como el Westside acaben como el Este de Austin, en donde impuestos sobre propiedad han incrementado y nuevos desarrollos están desplazando a sus comunidades históricas Negras e Hispanas.
Cuando se le preguntó acerca de la WPA y Esperanza, los comentarios de Nirenberg fueron todos positivos.
“Ellos hacen un trabajo increíble”, me dijo en una entrevista. Días después de que hablamos, Nirenberg anunció un nuevo grupo de trabajo para vivienda de interés social que “se enfocará prioritariamente en gentrificación y desplazamiento.” Le pregunté que si el trabajo de Esperanza, y el impulso generado por la UNESCO detrás de la preservación como incubadora cultural, influyeron en su postura sobre el tema. “Como gobierno de la ciudad nosotros podemos facilitar su trabajo, pero también deberíamos tomarlos en cuenta,” dijo él.
El trabajo de preservación de Esperanza Peace and Justice Center comenzó en el 2012 con una campaña para salvar La Gloria, un salón de baile y gasolinera de los años 1920s en el Westide. El dueño finalmente demolió el sitio emblemático del barrio, pues la ciudad no tomó cartas en el asunto para defender su preservación. Fue reemplazado por una estación de diésel manejada por Valero Energy. “Que para nada mejoró el barrio del todo,” dice Sánchez.
Desde entonces, Esperanza y la WPA han integrado la preservación a la consciencia pública de la ciudad. Para ello, han invertido innumerables horas organizando mítines en los barrios y mantenido residentes al tanto de los asuntos del gobierno de la ciudad. Después de años de lucha para salvar Lerma’s Nite Club, uno de los salones de música de conjunto más antiguos del país, de una remodelación deplorable, el grupo comunitario obtuvo un contrato de $500,0000 de la ciudad en el 2016 para restaurar la propiedad y reutilizarla.
El éxito de Lerma’s se celebró ante una historia salpicada de pérdidas. En 2013, después de que la ciudad aprobara la demolición de la primera estación de televisión de habla hispana en Estados Unidos, miembros de la WPA criticaron al gobierno local por tener “mucho camino por recorrer para apreciar, valorar, proteger y preservar la historia, cultura y estructuras de las comunidades México-americanas.”
Pero la Oficina de Preservación Histórica, la WPA y concejales como Shirley González y Roberto Treviño, cuyos distritos colindan en el Westside, están comenzando a interesarse por el bien común en preservar la identidad de la región y al mismo tiempo mantener los impuestos sobre la propiedad accesibles para sus residentes de bajos recursos. Solo un año después de demoler la estación de televisión hispana, nueve de los diez miembros del consejo municipal apoyaron una resolución de rezonificación que dio la posibilidad a 25 propiedades en el Westside de obtener designación histórica.
“En una ciudad que tiene una población Latina del 55%, la preservación es inevitable,” dice Richard Martínez, oficial de vivienda pública retirado quien anteriormente fungió como Jefe de Operaciones del San Antonio Housing Authority (Autoridad de Vivienda de San Antonio). “Un 55% de la población no va a permitir que su historia y cultura mueran.”
“La clave es, ¿tienen los funcionarios electos y los funcionarios designados que están dispuestos a apoyar el esfuerzo para preservar esa identidad cultural y ese patrimonio cultural? En San Antonio, creo que lo hemos logrado,” agregó.
“La vivienda más accesible es en donde la gente se encuentra en este momento, y queremos protegerla,” dice Roberto Treviño. Él es visto por activistas locales como un amigo de la preservación, habiendo luchado para cambiar la definición de “edificio peligroso” de la ciudad, pues el criterio original ponía en peligro a propiedades con décadas de antigüedad afectadas por descuido.
“Muchas personas sienten que estas áreas cada vez son más atractivas para la gente que llega y las que viven en ellas, así pues, hay presión por parte de desarrolladores para demoler casas y puedan construir en ese lugar,” él dice. “En el momento en que esas casas pasan a manos de sus hijos, se convierten inmediatamente en una carga, ya que por el alto avalúo la gente se ve forzada a mudarse fuera del barrio.” Para empezar a combatir esto, él está trabajando en una resolución del consejo que podría sancionar los fideicomisos de tierras en el Westside para evitar que los impuestos sobre la propiedad aumenten
La Oficina de Preservación Histórica de San Antonio pretende incrementar el número de “distritos históricos” en el Westside. La directora Shannon Shea Miller dice que, ya que las políticas de impuestos son encabezadas por la ciudad, estas designaciones nos podrían ayudar a mantener el carácter y al mismo tiempo crear oportunidad económica en el área.
De acuerdo a estudios por parte de esta institución, barrios con mayor número de designaciones históricas se caracterizan por una diversidad étnica y económica que reflejan la demografía de la ciudad. Sesenta y tres por ciento de la población de San Antonio, y 60 por ciento de la población que habita en distritos históricos, es hispana. Mientras que 6.9 por ciento de San Antonio se identifica como Negro, 6.8 por ciento de la población que habita en distritos históricos es Negra.
Cuando uno compara la distribución de ingresos en barrios históricos con la distribución de ingresos en San Antonio, las tendencias están alineadas. Esto se debe en parte a que, en San Antonio, los impuestos sobre la propiedad para viviendas que reciben designación histórica se congelan a la tasa pre-designación durante los próximos 10 años si los dueños de estas residencias invierten en rehabilitar sus estructuras – un enfoque a medio plazo para desacelerar el incremento de impuestos cuando los mercados de bienes raíces alrededor se calientan.
“Lo que esperamos es que la preservación y herencia histórica pueda ser una herramienta para lidiar con los problemas de desplazamiento y gentrificación, y no causarlos,” dice Miller. “La realidad es que nuestros antiguos distritos históricos tienen diversidad y dinamismo, y proveen los elementos que hacen de un barrio, un lugar en donde la gente puede vivir toda su vida.”
Al principio de este mes, Castañeda y Sánchez, junto con representantes de otros grupos del Westside, fueron invitados a una junta acerca de la rezonificación del área a cargo del San Antonio Department of City and Regional Planning (Departamento de Planificación de Ciudad y Regional de San Antonio). Chris Ryerson, un administrador de planeación que supervisa el Westside, trabajó con Castañeda y Sánchez de antemano para asegurar que los mapas del distrito estuvieran correctos.
Con las preocupaciones sobre el patrimonio cultural y el desplazamiento de la población, la ciudad ha hecho de la rezonificación del barrio una prioridad.
Este tipo de esfuerzo coordinado por parte de la ciudad nunca se había visto antes, nos dijo Sánchez. “Estoy aquí porque nunca me invitan a estas cosas,” bromeó, cuando se le pidió presentarse en la junta.
Ryerson y sus colegas le comunicaron al grupo, que incluía más de 20 residentes del Westside, que los nuevos cambios de rezonificación “no se enfocarían en crecimiento, si no en cultura y comunidad.”
“Hemos escuchado acerca de la preocupación de gentrificación desde que comenzamos a escuchar a la población en el curso de los últimos cuatro meses,” él dijo. “No vamos a poder detener el mercado, pero encontraremos maneras de como la comunidad entera pueda ayudar a educar a sus residentes, empresarios y propietarios, acerca del valor de sus propiedades, así como reforzar su valor, y como utilizar esto para permanecer y mantener a diferentes generaciones de su familia en este mismo lugar.”
Una visita a la casa de dos habitaciones de Janie Delgado, 102 de edad, tipifica como puede ocurrir esta transición. Nos sentamos a la mesa con ella, en su edificio de 70 años, bebiendo una Fanta en lata. Tiempo después, media docena de nietos y bisnietos llegaron con bolsas de tacos que habían comprado cerca.
La casa, que ya había sido designada como histórica por el OHP, fue construida en 1940 por su difunto esposo. Delgado dice que le heredará la casa a una de sus hijas, ambas están interesadas en vivir ahí cuando fallezca. “Escogimos este lugar por la escuela, las tiendas, todo está cerca,” dice ella en español. “Todo era muy especial.”
Castañeda, quien llego a San Antonio hace 20 años, dice que parte de la misión de la WPA es cambiar el pensar de la vieja guardia acerca de la preservación histórica en Estados Unidos. Cuando miembros de la WPA caminan por las calles en busca de tesoros históricos aún no reconocidos, los residentes del Westside escuchan el termino “preservación” y piensan en residencias presidenciales y monumentos. No piensan en la casa de la esquina en donde la tía de alguien solía preparar tortillas para los niños del barrio.
El progreso se ha ido incrementando. Edificios han sido protegidos en el Westside y el apoyo de los residentes impulsa estos esfuerzos. Al Este del barrio, la ciudad está trabajando en rehacer la plaza que rodea al Álamo, y construir más desde una perspectiva México-americana.
“Estamos re imaginando las historias que hemos encontrado. La historia de la gente de color aún no ha sido una prioridad en el movimiento de preservación. Necesitamos cambiar esto,” dice ella.
Para su campaña en busca de la designación histórica de Alazan-Apache Courts (Cortes de Alazan-Apache), la WPA planea utilizar fotografías y testimonios orales para transmitir la historia del desarrollo de vivienda pública, una comunidad exclusivamente mexicana hasta el final de la segregación en los años sesenta.
Rachel Delgado/WPA
Ellos alegan que este desarrollo amerita el mismo reconocimiento que Greenwich Village en Nueva York, o la casa del escritor John Steinbeck en Salinas, California. Para lograr este fin, están trabajando para obtener el apoyo de la ciudad, y es posible que peticionen una designación sin precedentes por parte del National Register of Historic Places (Registro Nacional de Lugares Históricos), algo que San Antonio Housing Authority (Autoridad de Vivienda de San Antonio) está dispuesta a considerar. No se sabe cómo sería esto si la ciudad decide seguir adelante con sus planes de solicitar fondos federales para demoler 501 unidades en deterioro y transformar el complejo residencial en un desarrollo nuevo de uso mixto.
La autoridad sostiene que todas las 501 unidades serán reemplazadas, y se garantizará a sus ocupantes la opción de regresar una vez que la reconstrucción termine. Pero algunos residentes temen que el exilio pueda iniciar la salida de familias México-americanas de bajos recursos que hoy en día perciben a esta comunidad como su hogar.
“Si no fuera por este lugar yo probablemente estaría en un refugio,” dice Desiree Alaniz, mientras observa a su hijo de 5 años jugando con sus juguetes en un espacio comunitario. “La ciudad puede cambiar de opinión acerca de los residentes aquí, eso es lo que me da mucho miedo.”
Cortes de Alazan-Apache.
Hace dos años, otra región hispana al sur del centro de la ciudad fue el epicentro de una controversia cuando un desarrollador demolió un tráiler park muy deteriorado por descuido. Esto desplazó a 300 residentes de bajos recursos para dar paso a 600 departamentos, una vez concluidos en el 2018 las unidades más baratas en este desarrollo se rentarán por $1,000 al mes.
A pesar de haber recibido pagos de $2,500 o más por desalojar, una investigación reciente a cargo de la organización con fines no lucrativos Vecinos de Mission Trails encontró que los residentes aún sufren traumas al perder su comunidad. Con o sin pago, la WPA y sus aliados piensan que la reconstrucción de Alazan-Apache Courts (Cortes de Alazan-Apache) será una disrupción muy grande para sus residentes, muchos de los cuales han vivido ahí durante décadas. La cultura intangible podría ser destruida.
“Este desarrollo residencial todavía está siendo utilizado a su máximo potencial y hay una lista de espera para entrar”, dice Castañeda. “Es por eso que estamos luchando para preservarlo.”
Johnny Magdaleno is a journalist, writer and photographer. His writing and photographs have been published by The Guardian, Al Jazeera, NPR, Newsweek, VICE News, the Huffington Post, the Christian Science Monitor and others. He was the 2016-2017 equitable cities fellow at Next City.
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